viernes, 8 de abril de 2011

Ya llegó la primavera

Y a mi que ni en primavera se me roba el sueño, ni la mente, ni el corazón y mucho menos el aire.

Pajaritos que revolotean, juventud enamorada y motines hormonales en pos de amores adolescentes...¡hay que joderse!
Casi casi pasé de largo y, a mis diecinueve, no cargo con corazones rotos, desengaños ni despechos. Solamente voy dando soplidos, como se dan a una pluma para que siga flotando, a recuerdos entrañables, unas canciones y jóvenes versiones de aquellos que se hicieron hueco, por pequeño que fuera. Los mantengo en el aire hasta que un soplo fresco de viento los lleve más allá de donde mi vista alcanza.

Huele a aire de primavera. Ya es un avance y, con un poco de suerte, puede que sople con ganas.

sábado, 2 de abril de 2011

Y me dan las 5:02

Una blusa nueva y ancha, tal vez demasiado pero es cómoda y está cómoda. Un color favorecedor, y quizás podría serlo más con otros quince minutos en la terraza.

Medias oscuras, vaqueros, medias oscuras, vaqueros... sale a cenar y vuelve : vaqueros.

Pase de brocha, eyeliner, rimmel y... nada, ya está. Chapa y pintura lo llama, si habla con alguien suele añadir algo como "me queda media hora todavía, relax" o "oye, que la perfección lleva su tiempo" y se ríe, sabe que siempre le acaba faltando tiempo y que como mucho queda satisfecha hasta mirarse en el espejo del ascensor.

Ahora un par de alhajas, sin pendientes se siente como desnuda y la blusa es lisa asi que hay que buscar algo. Últimamente acaba llevando siempre algo que saca del joyero "mamá de adolescente", bisutería de hace más de treinta años que tiene encanto. Al menos a ella le gusta. Pulsera y pendientes, tres collares y acaba optando por una creción de su madre a base de un pendiente soltero y unas cuentas pequeñas del mismo color, justo, que la blusa. Una madre cruce de diseñadora, pintora y funcionaria es lo que tiene.

Lista, un poco más de volumen en la melena rizada y ya. Había usado un pasador del pelo que tenía a mano para sujetar unos mechones al maquillarse y lo deja, total.

Llaman al timbre, se enfunda botas con un poco de tacón, cazadora de piel marrón, ¿se deja algo? ¡Sí! el bolso, las llaves de encima de la mesita y nada más.

Después de quince días vuelve a salir con sus amigas, cena y a casa pero, como siempre, entraran al primer bar, bailaran y ya no hay vuelta atrás.
Si se arrancan, se lían. Con un poco de suerte, lo suficiente para no parar de bailar en toda la noche.

" Vale venga, no lo pienses chica. Las mejores noches son las que no te esperas."

- ¡Anda si es una amiga mía!
- Cállate que sé que me has echado de menos. Y espera un segundo, chata, que doy la llave y nos vamos.